Fortalecer el enfoque de desarrollo rural integral y una política de tierras activa que avance en grados de justicia social

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Mate Amargo, continuando el homenaje al Che y los compañeros caídos en Pando: Salerno, Zabalza y Cultelli en el acto del 11 de octubre pasado. Extracto del discurso del compañero William Martínez, integrante del Comité Central del MLN- Tupamaros

Compañeros y compañeras hoy nos convocamos para recordar, para homenajear la vida heroica de muchos luchadores, vidas revolucionarias que alumbraron un camino a seguir, que abrazaron una causa, convencidos y conscientes.

Que dejaron en lo más alto la bandera, con su ejemplo, con su lucha y con su vida.

Hay vidas que se fueron de manera violenta, veloces, repentinas, hay vidas que se fueron lentas, desvaneciendo con el tiempo en la continua entrega militante, hay vidas arrebatadas, pero sobre todo fueron y son vidas de entrega, solidarias y comprometidas que dan sentido al pelotón que llega.

La historia de militancia de nuestra organización nos lleva tierra adentro a mitad del siglo 20, al Uruguay profundo, al Uruguay donde unos pocos tienen mucho, donde la injusticia social campeaba, donde la gurisada andaba en pata y desnutridos, donde el trabajo era de sol a sol, casi esclavo, donde no había salario, viviendo en ranchos, aripucas, galpones, de zafrero en la esquila, en el corte de caña, en el arroz, hachando en el monte, desperdigados y explotados.

Esta realidad conmovió a educadores, militantes sindicales, y algunos sectores políticos, que comenzaron a accionar desde diferentes lugares para cambiar esa situación.

La oligarquía nacional actuaba como un lastre al desarrollo del país, concentrando tierras, controlando las agroidustrias, el transporte, el comercio, los insumos y en especial controlando parte del aparato estatal, el financiamiento y el poder político.

En ese contexto surgieron los primeros intentos organizativos de trabajadores del medio rural. A diferencia de las luchas campesinas e indígenas en el resto de América latina que luchaban por la tierra, acá la lideraron los asalariados, los zafreros, los despojados.

Esa efervescencia de la década del 60’, en la lucha por la tierra, por la justicia social, también se tornó en lucha armada en muchos países, porque nadie entrega los privilegios de manera pacifica y las frágiles democracias no aseguraban una transformación social sin conflictos, con golpes de estados recurrentes y con la cola imperialista metida en todos los rincones de nuestra América Latina.

Hoy, 50 años después, nos encontramos con los mismos desafíos, quizás ahora con alta definición y 5 G.


Nuestro país viene sufriendo una crisis estructural silenciosa, con muerte de sus pilares productivos que no aparecen en ningún informativo, proceso de pérdida de productores rurales y de población rural menor al 5%, casi único en América latina y con un proceso de concentración impactante donde el 18 % de explotaciones, maneja el 80% de la superficie del país.

Donde casi un tercio de las 16 millones de hectáreas disponibles cambiaron de mano en las ultimas décadas, en especial las superficies menores a 200Ha.


Que desde el 2003 a la fecha el valor promedio de la tierra se multiplicó por 10, explicado por el avance de la agricultura y los precios internacionales de las comoditties.

Que este contexto pone en riesgo nuestras capacidades productivas soberanas, le pasa al sector lechero que produce sobre un 50% tierras arrendadas y sufrió la presión y aumento de los precios de la renta. El avance de la forestación fue cercando y compitiendo por campos con los pequeños ganaderos; el avance del agronegocio trasnacional de gran capital ha impactado fuertemente sobre las pequeñas producciones, acaparando tierras, desplazando gente; los molinos arroceros están en manos extranjeras; a la industria frigorífica -principal agregado de valor de nuestro producto estrella- la manejan unos pocos grupos económicos extranjeros; las industrias lácteas chicas no tienen materia prima para elaborar y hemos perdido varias en estos años, donde una sola empresa concentra mas del 70 % de la producción y se mantiene por ser cooperativa.

El sector granjero, productor de alimentos frescos, compite con el ingreso de importaciones desmedidas y abusivas, que tiene un mercado pequeño con poco poder adquisitivo y que no cuenta con políticas de promoción y protección, que en la vitivinicultura dos bodegas concentran mas del 60% de la producción.


Este contexto acompañado por una retracción de las políticas públicas, una reducción de los apoyos para el desarrollo y una visión de que se salve el que pueda.

Estos procesos de producción si no tienen lineamientos claros, terminan generando serios problemas, que afectan la dinámica económica del territorio y su gente.

Hoy están quedando unos 25 mil productores familiares, con serios problemas de sostenibilidad, pero sobre todo con un serio problema de recambio generacional, porque sus hijos se fueron y no están dispuestos a seguir con sus penurias en estas condiciones. Tenemos grandes desafíos para pensar en un país productivo, que integre conocimiento, tecnología, servicios que mejoren las condiciones de vida en el medio rural y la producción, fortalecer los procesos asociativos y la complementariedad de los territorios, fortalecer el enfoque de desarrollo rural integral y una política de tierras activa que avance en grados de justicia social.

También nuestra mirada latinoamericana tiene que pesar en nuestras estrategias de trabajo y propuestas.

La mirada extractivista sobre América latina ha sido continua durante siglos, y ahora el neo colonialismo ha cambiado los actores y las formas de explotación y apropiación, pero no su lógica de saqueo.

Es un gran desafío para las democracias latinoamericanas administrar los conflictos de intereses (oligarquia-pueblo), nuestros territorios latinoamericanos son ricos en minerales como el litio que forman parte del cambio de matriz energética de la agenda mundial sostenible, de los famosos ODS 2030. Seguimos teniendo gran parte del pétroleo y el gas, botín preciado por las grandes potencias; yacimientos de cobre, como necesario complemento para la movilidad eléctrica mundial; grandes ríos que irrigan miles de kilómetros de tierra fértil y suelos profundos; el mayor rodeo bovino del mundo; el acuífero mas importante del continente con agua de excelente calidad codiciada por los emprendimientos de hidrógeno verde; las reservas pesqueras mas importantes del mundo y más.

Tanta riqueza mal repartida, en el continente más desigual, tantos intereses geopolíticos que nos obliga a pensarnos unidos como naciones latinoamericanas, con una mayor integración, con proyectos en común para el desarrollo soberano de nuestros pueblos. Saber que en estos desafíos no estamos solos, integrar las luchas, tejer desde abajo, armar la defensa.

Entender las alianzas, armar la estrategia, sabiendo que el enemigo es grande, poderoso y sin códigos, alguien decía “que no se puede confiar ni un poquitico en el imperialismo”

Los desafíos son muchos y a veces vemos en nuestro sistema político mucho circo y poco contenido, es más:

Hace algunos días en la prensa y en las redes un candidato a senador y ex-ministro, que le sobra tiempo en su campaña, se preocupa por nuestro acto, decía que es “anacrónico” homenajear a nuestros compañeros caídos. Pero, amigo, yo diría que lo que es anacrónico son las compras que hizo en el Ministerio: los conocidos aviones chatarra; anacrónico es como la coalición gestiona la comisión técnica mixta de Salto Grande; anacrónico es la gestión en la intendencia de Artigas con los regalos de la madrina y las horas extras; anacrónico son los pasaporte express para los narcos; anacrónico es la entrega del puerto de Montevideo; anacrónico es que mueran quemados varios privados de libertad; anacrónico es pagar favores políticos con vivienda social; anacrónicos son los colonos vip; anacrónico es el vaciamiento del presupuesto del instituto de colonización…es muy larga la lista de cosas que están fuera de tiempo, que nos avergüenzan y que nos movilizan a cambiar la pisada.

Pero tengo la tranquilidad y el orgullo, que acá hay una organización totalmente vigente, que suma en sus filas compañeros y compañeras de todos los rincones del país, comprometidos, organizados y luchando por la justicia social, por la soberanía nacional. Que levantan la bandera de los pueblos hermanos, que resisten el embate del fuego imperialista, que entienden y dan defensa a los recursos naturales y miran tierra adentro nuestra cultura rural, que tienen claro que crecimiento económico no es igual a desarrollo, que la justicia social es un pilar desde donde pensar el país, que la tierra es pal’ que la trabaja, que no se puede avanzar si no existe verdad y justicia.

Este pelotón estará ahí, comprometido, tendiendo la mano solidaria, luchando por un país más justo, despojándose de la pata imperialista, construyendo socialismo desde abajo, con la pata en el barro, ahí, donde suceden las cosas.

¡Habrá patria compañeros!

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