Cuba: el gran apagón

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Por Maribel Acosta Damas (*)

El viernes 18 de octubre, sobre las 11am, el Sistema Electroenergético Nacional cubano colapsó, acontecimiento inédito y de grave envergadura técnica, cuyo impacto en la vida económica y social del país, es enorme.

Ya veníamos de meses, incluso algunos años, con inestabilidad creciente en la generación eléctrica. En los últimos tiempos, la limitación de combustible para las centrales termo energéticas, las tenía prácticamente detenidas. A eso se suma que la falta de mantenimiento técnico capital desde hace 40 años, que otorga precariedad y fragilidad a la industria eléctrica. Y ese viernes fue el puntillazo que condicionó el suceso del que se han hecho eco en todas partes del mundo; pero sobre todo que ha traído más problemas para el pueblo cubano.

Como si fuera poco, un huracán ha impactado la zona oriental de la isla, con consecuencias que aún se contabilizan pero que son grandes para las provincias de Guantánamo y Holguín fundamentalmente.

La recuperación del Sistema Electroenergético ha sido compleja desde el punto de vista técnico. Ha sido y está siendo duro. Poco a poco y tras varios intentos se fueron conectando zonas y a las 2 y 44 minutos de la tarde del martes 22, el Sistema Electroenergético se conectó completo de Oriente a Occidente. ¡Tremenda proeza! Como se dice en Cuba, son unos coj… Eso no significa que haya electricidad en todas partes todavía. Significa que ya se puede operar como un sistema y que, desde el todo, se puede ir solucionando cada parte, incluido los abastos de agua etc… Hasta este miércoles 23 de octubre, el 70 por ciento de los clientes tenían electricidad, con déficit importantes del centro al oriente de la isla, con mayor incidencia en las zonas del impacto del huracán Óscar. Tampoco significa que se acabarán los apagones, porque la demanda es superior a la generación eléctrica que tiene el país.

¿Cómo lo estamos viviendo?

Durante el día, cuando todavía hay luz natural, uno se apura para cocinar de acuerdo con los alimentos que tenga y la forma de cocción que tiene a mano (no todos tenemos gas manufacturado y los que dependen de la electricidad la tienen más dura). Entonces se activan las redes porque lo más peligroso es que los alimentos se pierdan por falta de refrigeración. Hay alguna gente (los menos) que tienen plantas eléctricas. Y muchos de ellos han puesto a disposición de sus vecinos sus condiciones para que carguen sus teléfonos e incluso guarden alimentos en sus casas.

Como la electricidad la están recuperando por circuitos, cuando yo no tengo, vecinos relativamente cercanos tienen y viceversa. Nos mantenemos comunicados y vamos de un lado a otro a auxiliarnos. Los días están frescos, por suerte. Y el calor agobiante del verano ya aflojó.

Durante el día, en mi barrio los jóvenes juegan futbol en la pista de la comunidad. Se sienten animados. Los vecinos afrontan con la mayor tranquilidad posible las circunstancias. Raiza (que vive sola con sus numerosos gaticos) habla con las otras vecinas, se dan el parte, comentan de sus mascotas, se prestan ayuda. Ayer mi hijo fue a cargarle los cubos de agua que necesitaba. Eva me invita a tomar un café en su casa. Ella siempre me auxilia con la búsqueda de alimentos para que yo pueda trabajar con sosiego. Cuando en mi casa no hay luz, voy a la suya a cargar mi teléfono. Y mi casa es también sala de conexión cuando tenemos electricidad. Los comercios han estado abiertos. Comienza la recogida de donaciones para enviar a la gente dañada por el ciclón, que han perdido gran parte de lo que tienen y necesitan alimentos y aliento.

Mi teléfono fijo no para. La red de amigas está en total efervescencia. Intercambio de información, de ánimo, de cariño, de lo que haga falta. Somos amigas desde los tiempos universitarios, totalmente entrenadas en las redes, entre nosotras y hacia el exterior. Conforta también tantos mensajes solidarios de mis amigos y amigas de fuera de Cuba. Esos que no envenenan, los de empatía y respeto; los que hacen bien y dan fuerzas.

Ya en la noche, la cosa es más difícil de afrontar porque como dice el viejo proverbio, la noche es larga… Una colega del barrio de Alamar en el este de la Habana, escribía a otra colega:

Pude cocinar bien temprano. Almorzamos y comimos. Encontramos pan. Tenemos de reserva y Adán encendió una hornilla de carbón en el patio y nos bañamos con agua caliente. Ahora usamos el agua del tanque que tenemos en el patio. Estamos bien dentro de lo que cabe. Todos estamos bañados y comidos. Y en casa mantenemos la calma. Los niños también. El barrio se puso caliente. unos cuantos gritaron y tocaron caldero, pero por suerte una vecina canta a capella a toda voz música romanticona y la cosa se relajó. Una vecina canta con el Bebecito, un reguetonero de moda. No hay luz, pero hay alegría, déjalo quema’o, esto es marca mandarina”.

En mi barrio de La Víbora también sonaron calderos, y también los vecinos jugaban dominó. Ninguna de esas informaciones del pueblo en las calles en protestas masivas, son ciertas. Este pueblo es muy grande y comprende. Comprende.

Justamente el día antes del viernes tremendo, iba hacia el médico. Estaba intentando, junto a otras personas, agarrar una máquina (auto) compartida para llegar al hospital Frank País. Pasó una en la que solo había un puesto. Estábamos paradas en el mismo sitio una mujer y yo. ¿Y saben que hizo ella? En lugar de correr a tomar el puesto, me dijo: “Monte usted, yo espero.”

Con esto no estoy minimizando nada. Estoy compartiendo vivencias que deben saberse para comprender el alcance real de lo que estamos viviendo y que no tiene nada que ver con lo que en las redes o en grandes medios, casi todos fuera de Cuba, están lanzando sobre nosotros. Siempre utilizo un filtro: cuando escriben improperios sobre nosotros (algunos incluso llegan a desearnos la muerte, el colapso de todos, con impresionante alegría) y en esos discursos no está la simple frase ¿En qué puedo ayudar?, entonces lo que de ahí viene no es de confiar. Porque ningún ser humano bueno le desea mal a otro. Y en algunos casos, no pocos son cubanos que viven fuera de Cuba y que aquí tienen a sus familiares y amigos. ¡Menuda rabia y frustración llevan en su alma!

¿Y saben por qué las centrales no tienen combustible y no se ha podido dar mantenimiento capital a las termoeléctricas?

Porque el bloqueo lo ha impedido: Cuba prácticamente no tiene acceso a fuentes de financiamiento, y no se pueden adquirir o mandar a reparar las complejas piezas que llevan las plantas porque el amasijo de leyes, regulaciones y prohibiciones del bloqueo que involucran a empresas y bancos de todo el mundo, lo impide. En los últimos tiempos el acoso ha sido tal que han perseguido en pleno océano a los barcos de combustible que traen petróleo a Cuba. Y esto es totalmente verificable.

Todavía quedan días duros por delante. Aguantaremos. Seguro. Pero el pueblo cubano ha sido tan generoso y solidario que no merece semejante genocidio. Y merece que cuando se hable de su realidad, cualquier discurso comience diciendo: ¡Abajo el bloqueo! Entonces podemos sentarnos a hablar de todos los detalles del gran apagón… y más.

(*) Maribel Acosta Damas, Dra. en Ciencias de la Comunicación Social, Periodista cubana y docente de la Universidad de La Habana, trabaja y colabora con varios medios de su país y de otros países.

(**) Dibujo Adán Iglesias Toledo, Profesor, Dibujante Gráfico Cubano, Director del Medio humorístico DEDETE del Periódico Juventud Rebelde, miembro de la UNEAC. Colabora con varios medios de prensa en su país y en el extranjero

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