Por Gabriela Cultelli (*)
Jorge (Pato) Quartino, un gran economista que dio esta tierra y cuyo pensamiento revolucionario se acrecentó en los tiempos que llamaban a nuestras juventudes a enarbolar futuro, nos hablaba de desmitificar la Economía. Era la expresión que utilizaba el compañero para indicarnos la tarea de formación dialéctica a los militantes. Hablaba de descifrar la realidad para concretar, entre todas y todos, propuestas de transformación.
Pero el lenguaje que envuelve contenidos, resulta complejo y sumamente dinámico, cambiante, en tiempos de apabullante hegemonía del Capital en sus formas digitales, comunicacionales, que se combinan resultando un signo más de violencia dominadora, colonial, patriarcal e imperialista.
¡Lenguaje sesentista!!! le llamaría la arrogancia insulsa, de aquel que pretendiendo ser presidente hoy, olvida las palabras de los principales líderes de su propio partido, de esos que, como Herrera, nos guste o no nos guste, jugaron un papel importante para la construcción del hoy. ¿Es ello parte de la guerra comunicacional actual? Es posible, porque el contenido de la misma es precisamente el vaciamiento de los sentidos, a los efectos que las grandes masas se desdibujen (con suerte) en votantes cada 5 años.
Se hace muy difícil enfrentar la guerra comunicacional con los adelantos tecnológicos modernos, si no se tiene la suficiente masa crítica y organizada, convencida y capaz de convencer sobre la validez de su emancipación.
Para la comunicación alternativa, parece dar la impresión que el viejo dicho popular tuviese hoy más certeza que nunca: vamos a la guerra “con un tenedor”. Así de despareja se presenta la contienda. Y cuántos se van alejando de la máxima artiguista de que los más infelices sean los más privilegiados por la evolución desenfrenada del pensamiento único y la posverdad amurallada por los cuatro costados.
Sin embargo y dialécticamente, la creatividad popular está pujando por sortear todos los escollos de la desunión que nos caracteriza en tiempos colonizantes, de individualismo sin límites con el “hace la tuya” como slogan, o cualquier otro que los nuevos años nos traigan como tal, pero que resulten de formas tan viejas como el agujero del mate. Los 11 principios Goebbelianos sobre la propaganda tienen razones para renovarse en el tiempo y mantenerse como tal con esencia incambiada (simplificación y enemigo único; silenciación; inventar distracciones; el principio de la orquestación y aquello de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, etc, etc)
Pero es también histórica la comunicación del oprimido, parafraseando a Freire, la que surge desde el mismo pueblo que se organiza, y disemina las ideas con pocas herramientas. Esta forma de comunicación es pieza central de la acumulación de fuerzas y se ha diseminado históricamente desde distintos formatos, que de una u otra manera acompañan los altibajos de la permanente contradicción de clase y la expresión de sus luchas.
Desde todas las ramas del conocimiento, desde las artes, desde la profesionalidad o la improvisación, los pueblos responden y se buscan sus propias armas de dialogo consigo mismo y el mundo. A manera de ejemplo, los movimientos artísticos de la década de los 60 en el continente tras el auge de la lucha de clases y el triunfo de la Revolución Cubana, el desarrollo continental de lo que se llamó la Canción Protesta, dónde un pequeño país como el nuestro que apenas alcanzaba por aquellos años los 3 millones de habitantes, dio figuras como Viglietti, Zitarrosa, Los Olimareños, o escritores de la talla de Benedetti, Idea Vilariño, Circe Maia, Galeano, grupos de teatro popular como El Galpón, expresiones plásticas de escultores, pintores y muralistas que aún hoy cobran expresión en los muros de esta ciudad. Muros que hablan y se crecieron en el lenguaje político de la comunicación de masas, desde ayer y hasta hoy.
Los muros, traen al recuerdo la resistencia montevideana, y son de fácil y barata confección, pudiéndose observar en gran parte de nuestro continente. Pero en Montevideo es ya como una cultura que prendió en el corazón de las izquierdas. El recuerdo nos trae la imagen de Raúl Sendic, líder Tupamaro, a la entrada del barrio obrero de La Teja, o la solidaridad con Cuba rompiendo bloqueos. Todos los temas aparecen en nuestros muros. La fotografía que acompaña este artículo es prueba de ello en estos días de campaña, y vuelve al tema del inicio, “desmitificar la economía”, llevarla sin simplificaciones al lenguaje coloquial que todas y todos podamos comprender.
En prensa escrita los pueblos tienen experiencia desde que sacaban aquellas octavillas en mimeógrafos caseros, desde los sindicatos y otras organizaciones populares. Hoy, la prensa alternativa digital, que por ser alternativa no evade el “mano a mano”, el llegar uno a uno, vecino a vecino, si no todo lo contrario: sigue siendo esta, su principal fuente de difusión y crecimiento. Mate Amargo, uno de los medios de prensa alternativa más viejos del Uruguay, pasó por todos estos formatos, incluso estuvo clandestino y censurado. Se inició en 1973 año en que pudo sacar solo 2 números previos al golpe de estado de ese mismo año, y la tozuda voluntad de compañeras y compañeros lo revivieron una y otra vez desde 1985 hasta la fecha; en papel primero y digital después, desplegándonos hacia otros formatos actuales como los postcard, que en parte cumplen el papel de la radio o los cassettes gravados de antes.
Todos y todas somos comunicadores debería ser la consigna ante una derecha que se acrecienta en el poder del Capital Trasnacional Comunicacional. El llegar vecino a vecino parecería hoy la alternativa emergente para la transformación, en momentos que el poder hegemónico llega a grados inimaginables por el propio Gramsci, que igual sigue iluminándonos en esencia.
Pero estas formas de comunicación están muy lejos de la banalidad, llegan a la razón y a el corazón. Se trata de proyectos que enamoren las conciencias aún humanas de las y los militantes por un mundo mejor, porque solo ellas y ellos pueden lograrlo, con la ayuda de todos los otros medios alternativos antes mencionados y más, en una especie de círculos concéntricos que se amplifican en estos colectivos, porque es la hora de los pueblos, del “pelotón” como decimos por acá, y de aquel ya viejo canto que no pierde jamás su juventud junto al compañero Daniel, “A desalambrar”.
(*) Gabriela Cultelli, Licenciada en Economía Política (Universidad de La Habana), Mag. en Historia Económica (UdelaR), escritora, columnista y co- Directora de Mate Amargo. Coordinadora del Capitulo uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (REDH)