Por José Ernesto Novaez Guerrero (*)
El gobierno de Nayib Bukele en El Salvador, a pesar del despliegue mediático que lo ha caracterizado, enfrenta numerosos retos en la actualidad. El principal de ellos es el económico. Con niveles de deuda en ascenso, estancamiento económico y una reducida inversión extranjera, el panorama económico-social del país sostiene crecientes tensiones. A pesar de la popularidad del presidente y su despliegue publicitario, el impacto en la vida cotidiana de la gente es significativo, con señales de deterioro alarmante en materia de empobrecimiento y pérdida de calidad de vida.
Para conversar sobre El Salvador actual, su situación económica y social, las políticas seguidas por el gobierno y su impacto en la cotidianeidad de las y los salvadoreños conversamos con el economista y profesor César Villalona.
José Ernesto Novaez Guerrero (JENG): Diversos organismos internacionales, entre ellos el Banco Mundial, estiman el crecimiento de la economía salvadoreña este año 2024 en el entorno del 2,5 % del PIB. Esto contrasta con otros informes sobre la situación social interna, con un aumento de la tasa de pobreza extrema. ¿Qué factores inciden en este crecimiento económico?
César Villalonga (CV): Para este año, el Banco Central de Reserva pronosticó un crecimiento de la economía de 3.5%. Incluso el presidente del Banco Central dijo hace poco más de un mes que el crecimiento podría llegar a cuatro. Eso es imposible en un país como El Salvador. La economía no puede crecer a esa tasa porque tiene muchas restricciones monetarias derivadas de la dolarización iniciada en el año 2001, que impide la ampliación del mercado interno porque no hay política de demanda. El Banco Central no puede emitir moneda y el circulante casi no crece. Crece 6% al año. Cuando en países como Nicaragua y Costa Rica se duplica cada diez años, en El Salvador se duplica cada 18 años. Entonces, para la empresa privada, nacional y extranjera, en un país donde hay tan poco crecimiento del circulante, no es atractivo hacer inversiones importantes porque no hay expansión de la demanda.
Por ejemplo, en los demás países de Centroamérica la demanda es mucho más grande que la de El Salvador. En Costa Rica superó el año pasado los 3 mil millones de dólares, en Guatemala más de 1500 millones, en Honduras más de mil, Nicaragua más de 1200 millones y El Salvador 700 y pico millones. El Salvador recibe el 6-7% de la inversión extranjera de América Central y desde el año 2006 es el último en inversión extranjera y eso no va a cambiar porque no hay expansión de la demanda. Además de que es el país que tiene los salarios mínimos más bajos después de Nicaragua y un gobierno con una carga tributaria de 17%, la cual es más alta en Nicaragua, Costa Rica, que supera el 20% y en Honduras que anda por el 18-19%. Entonces son gobiernos que pueden tener más inversiones en función del tamaño de sus economías. La economía de Honduras el año pasado, por primera vez, se colocó por encima de El Salvador. El país pasó a ser la 4.ª economía de Centroamérica en cuanto al valor del Producto Interno Bruto a precio corriente. Solo Nicaragua está por debajo.
No puede, entonces, en este contexto, haber una inversión importante, ni siquiera pública, porque además las finanzas públicas, particularmente en este gobierno, están en bancarrota. El Índice de Volumen de Actividad Económica mostrado por el Banco Central para los primeros seis meses del año, enero-junio, muestra una caída de 17% en el sector construcción y de 5% en la industria. Esos dos sectores juntos representan más del 20% del PIB. Adicionalmente hay una caída en los servicios del Estado y en otros rubros, un estancamiento en el agro, etc. El índice en general muestra una caída de menos 2.1%, por lo tanto, no está creciendo la producción. Pero bueno, ese índice no es el PIB. Da una idea de cómo van los negocios.
Acaba del informe del Banco Central sobre el crecimiento del Producto Interno Bruto en el segundo trimestre del año comparado con el segundo trimestre del año pasado. Ese es el procedimiento habitual. Y la tasa fue de 1.4% de crecimiento. No habla de caída, pero es un crecimiento muy pequeño, lo que indica que la economía salvadoreña va a tener un crecimiento muy bajo, casi tendiendo a un estancamiento.
Los indicadores sociales han empeorado. La pobreza es mayor que en el 2019 y hay más problemas por el lado de la salud, de la educación. Todos los índices sociales se han deteriorado, pero eso no quiere decir que no pueda haber un determinado nivel de crecimiento muy pequeño, porque alguna inversión habrá. No es que disminuya, pero es una inversión muy pequeña y por eso el crecimiento es muy bajo.
JENG: Se habla mucho de la reducción de la violencia de las bandas durante el gobierno del presidente Nayib Bukele. ¿Cuál es su percepción de este fenómeno? ¿Qué impacto ha tenido en la economía?
CV: Efectivamente los grupos delincuenciales, que aquí le dicen maras, que son grupos de pandilleros, han bajado su accionar en el país. Esto tiene que ver con algunos arreglos a que llegó el gobierno con ellos. Pero ese es otro tema que prefiero no abordarlo para no distorsionar la temática en la que estamos. Ha habido una reducción fundamentalmente de los homicidios, no de los hechos delictivos. Si comparamos el primer año con el último del primer gobierno de Bukele, los hechos delictivos pasaron de un poquito más de 98 mil a un poquito más de 101.000, algo así como 101.600. Esos son datos de los informes de labores de la Fiscalía General de la República. Son públicos. Aunque los homicidios bajaron, aumentaron otros delitos como el hurto, robo de vehículos, secuestro, la violencia en general, la violencia sexual, entre otros. Es decir, que el país no tiene más seguridad porque donde hay más hechos delictivos no hay más seguridad. Aparte de la inseguridad, el miedo a caer en la pobreza, los bajos salarios, la persecución política del Estado, el régimen de excepción que tiene presos a miles de personas de manera injusta e ilegal, etcétera. Los hechos de violencia son mayores, pero se han reducido los homicidios, que es el más grave de los hechos de violencia. Eso lo percibe la gente y lo dice la gente. No importan las razones por las cuales se logró reducir ese tipo de delito.
¿Qué impacto tiene en la economía? No tiene ninguno, porque el problema de la economía no ha tenido que ver con la violencia de estos grupos desde hace 20, 30 años. La violencia en El Salvador es la misma que en Guatemala y Honduras. En Honduras los homicidios superaban los diez por día, en Guatemala también y aquí también. Y El Salvador es el país con menor crecimiento económico de los últimos 20 años y con menos inversión extranjera. En cuanto a la economía, es el país más retrasado en términos de la expansión del crecimiento. La economía de Honduras, la de Guatemala, de Costa Rica, la de Nicaragua, crecen mucho más. Y a pesar de la violencia, se veían tasas de crecimiento en Honduras enormes comparadas con El Salvador. Incluso en el año del golpe a Zelaya, 2009, la economía de Honduras creció más que la de El Salvador. El problema de la baja inversión no tiene que ver con la violencia.
Los oligarcas salvadoreños invierten en San Pedro Sula, la ciudad más violenta de Centroamérica y una de las más violenta de América Latina, junto con Cali, de Colombia y otras. Un empresario no dice: “No voy a invertir en un país porque hay violencia.” Lo que busca un empresario es la posibilidad de que el producto que va a generar su empresa o el servicio tenga demanda. Calcula los costos, la demanda y a partir de ahí hace el estudio financiero y monta el negocio. Haya o no haya delincuencia. Muchas veces se ha dicho que el problema del bajo crecimiento económico del Salvador, que es ya de mucho tiempo, se debe a la violencia. Pero había la misma en Honduras y Guatemala. Que se debe a la poca productividad de la mano de obra, pero es falso porque la mano de obra salvadoreña es más productiva que la de la de Honduras, midiendo el PIB entre la población laboral. Un salvadoreño produce por 10.000 dólares al año y un guatemalteco y un hondureño produce por ocho mil. Costa Rica produce más. El costo energético es falso porque la energía de El Salvador siempre ha estado por debajo del promedio de América Central. También se hablaba de la infraestructura. También es falso porque El Salvador tiene de las mejores infraestructuras de Centroamérica. Entonces todas las variables que se mencionaban en los estudios de los centros de pensamiento de la Universidad de Harvard eran falsas y ahora resulta que se reducen los homicidios enormemente. Y El Salvador sigue siendo la última economía de Centroamérica en inversión extranjera, en inversión privada, en inversión pública, en crecimiento económico.
Entonces la explicación no estaba ahí, estaba en el problema de las restricciones monetarias de que te hablé en la primera pregunta. Entonces, reducir los homicidios no conduce a un crecimiento económico, conduce a una mejoría en las condiciones de vida de la gente por el lado de la violencia, pero no atrae nada. Bukele tiene dos años diciendo que ya eso terminó aquí y este año la inversión extranjera va a ser la última de Centroamérica y el crecimiento económico el último de Centroamérica. Y no viene inversión. Acaba de salir la información de la inversión extranjera en el segundo trimestre y es negativa. Es decir, es más lo que se han llevado que lo que han traído, pues es un fenómeno muy salvadoreño y tiene que ver con ese tema. Entonces, aunque reducir los homicidios y mejorar las condiciones de seguridad es positivo, la economía no responde a eso. Tiene otra lógica de funcionamiento, porque en la sociedad capitalista lo que busca el empresario es que, si invierte un dólar, sacar una ganancia de un dólar con 50 centavos o con 30 centavos o con 60 centavos y para eso calcula costo, calcula precio de venta y a partir de ahí saca su información financiera. Y en El Salvador es menos rentable por el problema en la demanda. Por eso no se refleja esto en nada de despegue económico.
Para este despegue se necesita recuperar la política monetaria, redistribuir el ingreso, reducir la pobreza y aumentar el poder adquisitivo de la población. Y un Estado con más recursos para redistribuir el ingreso y mejorar los índices sociales. Y eso, por cierto, ha empeorado en este gobierno porque la pobreza estaba en 22.8% de los hogares en el 2019, cuando llegó Bukele. Eso es un dato de la Encuesta de Hogares del 2019, publicado en el 2020 en el gobierno de Bukele y ya está en 27.2%, según la Encuesta de Hogares del 2023 publicada por el Gobierno el 2024, o sea hecha en el gobierno de Bukele, y se reconoce que hay un aumento de la pobreza y de la migración. Por cierto, la población salvadoreña ha disminuido en 365.000 personas entre 2019 y 2023.
Estamos ante un gobierno donde la economía está dolarizada porque solo tiene política fiscal, no hay política monetaria, no hay política cambiaria, no hay política ni siquiera arancelaria, porque estamos llenos de TLC, no hay política comercial, entonces solo está el presupuesto, lo que maneja el Estado y eso en un contexto de incremento de la deuda, de dificultad de expandir el gasto público, porque la riqueza está muy concentrada y no hay interés en hacer una reforma tributaria progresiva que le dé más recursos al Gobierno que este reinvierta para sacar gente de la pobreza y entonces haya más demanda y haya más inversión. Es una traba estructural que no se resuelve eliminando o reduciendo los homicidios, aunque eso sea positivo. Reducir los homicidios es positivo, pero eso no va a despegar la economía.
JENG: ¿Qué papel han jugado en la economía del país los bitcoins, presentados por el gobierno como una herramienta de soberanía económica y desarrollo de una economía digital?
CV: El bitcoin no existe en El Salvador y no va a existir como moneda de curso legal, porque no es moneda, no es dinero. No se puede lograr soberanía monetaria con el Bitcoin porque el bitcoin no es una moneda salvadoreña. La soberanía monetaria se logra si el país tiene una moneda propia, como tenía antes el colón, que pueda ser física o pueda ser digital. El 92% de las transacciones mundiales hoy se hacen con monedas digitales, que son la tarjeta de crédito y débito y solo el 8% en moneda física. En El Salvador no, por supuesto, este es un promedio mundial, pero en El Salvador todavía tiene mucho peso la moneda física. Pero digamos, si se volviera a una moneda nacional como la que se tenía, que la pueda emitir el Banco Central, entonces, sea digital o física o combinada, se tiene soberanía monetaria. El dólar sale de circulación y va al banco Central como moneda de reserva para financiar las transacciones internacionales: importaciones, pago de deuda, entre otras.
Pero el bitcoin no lo puede emitir el Banco Central. Eso es un activo digital privado que no tiene funciones de dinero. Si hubieran adoptado el bitcoin salvadoreño o el colón salvadoreño digital o cualquier nombre que puede tener una moneda: el farabundo, el romero, el bitcoin, pero que sea emitido por la autoridad monetaria. Entonces si habría una moneda. Entonces aquí se aprobó una ley de una hoja y media donde dicen que el bitcoin es moneda de curso legal, pero no puede serlo porque no se puede emitir. Es un activo digital privado para hacer negocio entre privados y eso puede ocurrir en cualquier parte del mundo sin ley. Tú puedes vivir en Perú, en Francia y comprar Bitcoin. Como puedes comprar un carro y luego vendes el carro.
Ahora, el dinero tiene funciones en la economía. Para que una moneda sea de curso legal y sea moneda en el país, se requiere que cumpla con tres funciones: primero, que sea unidad de cuenta, es decir, que los precios estén en esa moneda. Si vas a Honduras los precios están en lempiras. Si vas a Guatemala están en quetzal. Si vas a Francia están en euro. En El Salvador están en dólares. Aquí no hay ningún precio de ningún bien ni ninguna tarifa de servicio en Bitcoin. Y no puede estar en dólares y en Bitcoin porque cada seis segundos cambia el valor. Entonces el país sigue dolarizado, en cuanto a que todos los precios están en dólar. La segunda función del dinero es medio de cambio o medio de pago. Entonces en dinero se pagan los salarios, el salario de Bukele en dólares, el salario de los diputados en dólares, el salario de todo el mundo en dólares. Se pagan salarios en dólares, las pensiones están en dólares. Los impuestos aquí se pagan en dólares. Con el dinero también se paga un crédito. Aquí se paga en dólares. Con el dinero se paga un producto que se compra en un comercio, en un mercado, en un supermercado. Aquí está en dólar. Con el dólar se paga un servicio de energía o de agua. Aquí todo está en dólares. Entonces el bitcoin no es medio de pago. Y la tercera función del dinero es medio de atesoramiento porque expresa riqueza y es reserva de valor. Entonces lo puedes ahorrar para ganar con los intereses. Aquí los ahorros están en dólares, 17 mil millones de dólares y de ahorro, y el dinero que circula 5.400 millones está en dólares. Así que la base monetaria, que es el dinero que circula más el que tengamos, da 22.500 millones y esa es la base monetaria. Y eso no tiene nada que ver con el bitcoin.
Lo que hizo el gobierno fue que a través de un banco del Estado compró Bitcoin para regalárselo a la gente, como pudo haber comprado euros para dárselo a la gente, decirle miren, usted tiene 30 dólares, pero en euros. Aquí se lo dieron en Bitcoin al que abrió la billetera digital. Entonces yo recibo mi dinero en bitcoins, o sea, mi depósito mejor dicho y me dicen usted puede pagar en un comercio con euros, entonces yo voy pago con euros o pago con Bitcoin. Sí, compré medicinas, por ejemplo, pero de inmediato la farmacia se los mandó al banco. Le dijo: “Yo no quiero eso, un activo como este que no me sirve para hacer ningún tipo de transacción y que cambia cada seis segundos con respecto al dólar.” Y el Banco del Estado recibió los bitcoins y le mandó dólares. Ok, ¿cuánto gastó el Banco del Estado? Según los Twitter de Bukele, donde él dice que le dieron los 30 dólares a 4 millones de personas, gastó 120 millones de dólares para regalarlos. Pero no olvidar que el medio circulante del país son 5.400 millones de dólares. Entonces 120 millones para comprar Bitcoin y regalarlo es una cifra pequeña. Pero la gente solo lo miró, lo entregó, compró y jamás lo ha vuelto a ver. Y lo mandó al Banco del Estado a cambio de que le dieran los dólares. Entonces ese Banco del Estado se endeudó con 170 millones de dólares, 120 para comprar bitcoins y 50 para cuando le llegara el bitcoin entregar los dólares.
Eso no quiere decir que no pueda venir una persona, tal vez de otro país y hacer algún negocio con Bitcoin. Un negocio lo puede agarrar como también lo puede agarrar en euros. Si alguien viene aquí y va a un restaurante y dice mire, yo quiero pagar en euros. a lo mejor se lo agarran, pero no está obligado. Entonces, el Banco Central se endeudó. Y hay un estudio de una ONG que dice que el gobierno gastó 365 millones porque además montó cajeros, hizo propaganda. Y todo eso se hizo con deuda. Entonces lo que ha servido es para endeudar al Estado. A la gente que le regalaron los 30 dólares eso le ayudo porque es como que le den una canasta de alimentos y lo agradecieron, pero eso fue hace dos años y ya no lo han vuelto a ver. Y el Bitcoin no tiene ningún papel en la economía ni lo puede tener, porque si el Estado comienza a comprar eso y sustituye una parte del circulante de dólar por bitcoin, la economía se hunde, porque cuando se quiera importar una máquina o materia prima de un empresario de Japón, de Estados Unidos, de cualquier país, que son miles de millones de dólares, ninguna empresa le va a agarrar el bitcoin. Hay que pagar dólar, que está respaldado por una autoridad monetaria que es la Reserva Federal de Estados Unidos. Un japonés no va a decirle a un empresario salvadoreño: “Mándame bitcoin” y cuando le llegue el bitcoin, ¿qué va a hacer con él? Si no es legal en Japón en ninguna parte y en diez minutos puede tener la mitad del valor, porque eso es para especular. Entonces no puede financiar importaciones de la economía.
No puede pagar tampoco la deuda en bitcoin. Toda la deuda externa que el Gobierno paga al Banco Mundial, al Fondo Monetario, al BID tiene que pagarla en dólares. Entonces si eso se abriera paso, si el gobierno comienza a comprar eso y hacer que circule, disminuye la disponibilidad de dólares y la economía entra en un colapso. Por lo tanto, eso no va a ser moneda de curso legal y no se aprobó para eso. Esto tiene dos propósitos. Uno era apuntalar la imagen de Bukele en el exterior como un presidente joven, moderno, en el único país que tiene una moneda digital, lo cual es una tontería. Viven en Suecia. Ahí nadie anda con dinero físico y todo se hace con tarjeta. La gente paga con su celular. Y aquí en El Salvador, yo, desde mi celular desde hace 20 años, puedo comprar un pasaje de avión si tengo un dinero ahorrado. Entonces aquí eso no tiene nada de moderno. Pero se vende esa imagen. En vez de utilizar el concepto de criptoactivo, que es el concepto correcto, se habla de moneda digital. No es moneda, porque es un negocio entre privados el que se puede hacer, nada más. Lo otro es que puede estar sirviendo para la especulación. Para que el banco público le esté vendiendo bitcoin a quienes tienen dinero proveniente de fuentes ilícitas, tráfico de armas, de drogas, de personas, de órganos, extorsiones, secuestro, evasión de impuestos, corrupción, etc. Una persona que tenga 100 millones proveniente de un negocio ilícito puede comprar bitcoin en el Banco del Estado. En El Salvador está permitido. No lo puede hacer en ninguna parte, pero lo puede comprar en el Banco del Estado y el Banco del Estado le da dólares. El comprador le da bitcoins y de inmediato hace la transferencia en bitcoin y vuelve a recibir los dólares. Ya están lavados, ya está legalizado para que circule en la economía. Puede servir para eso. Eso es más difícil hacerlo a través de una banca privada, porque el banco puede decir a los dueños: “No nos metamos en eso porque hay leyes contra el lavado, etcetera”. Pero un Banco del Estado donde los funcionarios los pone el jefe de Estado puede servir, puede ser, puede utilizarse para eso. Lo voy a dejar como una posibilidad, un indicio para no dar una afirmación categórica. Pero nada de eso ha generado ni inversión extranjera, ni crecimiento económico, ni lo iba a generar.
Porque no se hizo para crear una moneda. El propio Bukele, una semana antes de que entrara en vigencia la ley en septiembre del 2021, dijo que no iba a haber precio en bitcoin, o sea que no era unidad de cuenta. Que no iba a haber salario en bitcoin, o sea que no era medio de pago. Que no iba a haber ahorro en bitcoin, de manera que no era medio de atesoramiento y que el que lo quería, el comercio que quería agarrarlo, lo agarraba. Le quitó las funciones porque en realidad el objetivo no era que fuera una moneda de curso legal. Hay una ley, hay una realidad. Incluso aquí la Ley de Integración Monetaria, con la cual se abrió paso a la dolarización, establece que aquí hay dos monedas: el dólar y el colón. Pero aquí no hay colones y el Banco Central no lo puede emitir porque la Ley de Integración Monetaria modificó la Ley Orgánica del Banco Central en un capítulo y es el capítulo donde le prohibió al Banco Central emitir dinero. De manera que el Colón que entró ahí cuando el Banco Central lo recibió y dio dólares, no puede salir. Entonces el Colón no puede circular, está prohibida su circulación a pesar de la ley. Entonces, una cosa es lo que dice la ley y otro lo que se sabe que va a suceder y para qué se hacen las cosas. De manera que aquí estamos en la misma situación. A partir de que en 2021 entró en vigencia supuestamente el bitcoin, la inversión extranjera sigue deprimida y el crecimiento económico muy bajo. Incluso las exportaciones están cayendo mucho. El año pasado 11% y este año va una caída de 5% hasta el mes de agosto.
Nota Mate Amargo: La segunda parte de esta entrevista, el próximo jueves y aquí mismo en Mate Amargo, continuará con temas cruciales para El Salvador como el incremento de la Deuda Pública y sus efectos a mediano y largo plazo; el desglose crítico de las responsabilidades y las posibles soluciones.
(*) José Ernesto Novaes Guerrero, Escritor y periodista cubano. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Coordinador del capítulo cubano de la REDH. Colabora con varios medios de su país y el extranjero.