Por economiapolitica.uy *
Héctor Tajam **
Dibujo Prof. Adán Iglesias Toledo ***
El voto popular definió el regreso de la izquierda, del Frente Amplio (FA), al gobierno a partir del 1° de marzo de 2025, luego de la interrupción de un proceso de tres quinquenios en el cual se construyeron los cambios más importantes con rumbo progresista desde el período batllista en el siglo pasado, en particular el liderado por José Batlle y Ordóñez. Y no hubo debacle ninguna, ni fugas de capitales, ni devaluación o shock de precios, y la agitación callejera correspondió al festejo normal de los militantes frenteamplistas. Es que este gobierno, en el marco de desastrosas gestiones sectoriales, promesas incumplidas, y corrupciones casi diarias, hábilmente mantuvo reformas estructurales realizadas por el FA, como la reforma tributaria, la inclusión financiera, el alejamiento del condicionamiento del Fondo Monetario Internacional (FMI), el sistema integrado de salud, entre otras, que le otorgaron un piso de estabilidad. Y uno de esos temas lo constituye la inflación, más allá del instrumento utilizado para reducirla.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) publica información desde 1937 sobre la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC), el indicador que cuantifica la variación de los precios, que cuando aumenta en forma sostenida se califica de “inflación”. En la gráfica adjunta vemos la evolución de la inflación promedio anual desde 1937 a 2024, en la cual podemos identificar claramente tres períodos, uno de ellos, el más extenso que va desde 1958 a 2003 se caracteriza por su tremenda inestabilidad y su identificación con el liberalismo económico a partir de la integración del Uruguay al FMI en 1959 (que Luis Batlle Berres venía postergando). Las crisis inflacionarias se desataron, licuando ingresos de los trabajadores y amplificando las ganancias empresariales. Y los instrumentos utilizados para combatirlas agravaron esa situación. Recordamos el control de precios y salarios a través de la nefasta COPRIN durante el gobierno colorado de Pacheco Areco (el pachecato), y luego el manejo del tipo de cambio (valor del dólar) a través de “la tablita” durante la dictadura (que condujo a la crisis de 1982) y del régimen de “bandas de flotación”, a partir del tercer gobierno del partido nacional, que desembocó en la crisis de 2002.
Antes y después de esos 45 años que marcaron un promedio anual del IPC de 40% y los picos inflacionarios record (1968, 1973, 1990), se dieron dos períodos con inflaciones de un tono diferente, no más mencionar que su promedio anual fue de 8%. Antes, el denominado neo batllismo, asociado a la figura de Luis Batlle Berres, y después, a partir de 2005, el progresismo del Frente Amplio (mucho más estable) que incluye además este quinquenio final herrerista que logró reducir desde 2023 significativamente la inflación anual (5% a octubre de 2024).
Sin duda que mantener una inflación en un rango de 5% anual sería para el gobierno que encabezará Yamandú Orsi hasta 2030 es un objetivo importante, y así lo ha manifestado su futuro ministro de economía Gabriel Odonne. Pero aquí hay dos cosas a considerar, por un lado, el instrumento que ha viabilizado esa rebaja en los aumentos del IPC, y por otro el compromiso explícito del FA con la distribución del ingreso y en particular la recuperación del poder adquisitivo de salarios y pasividades.
La disminución del ritmo inflacionario a partir de los primeros meses del año 2023 fue producto, una vez más, del tipo de cambio, que varió por debajo de la inflación luego de 2020, o inclusive bajó su valor en pesos. Lo que popularmente se le llama “atraso cambiario”. Pero esta vez no se fijó su precio, sino que indirectamente se realizó a través de aumentos en la tasa de interés de referencia que fija el Banco Central del Uruguay. Como hemos explicado en artículos anteriores, la venta de dólares para depositar a una tasa de interés creciente devaluó sostenidamente el tipo de cambio de dicha moneda.
El “atraso cambiario” producido en el entorno de esta política antiinflacionaria ha erosionado los ingresos y la competitividad de los productores para el mercado interno, que compiten con importadores que abaratan sus precios en dólares, y de los exportadores que enfrentan costos internos con dólares devaluados. En buena medida esta erosión a la tasa de ganancia fue mitigada por la rebaja salarial que se procesó prácticamente durante 3 años de los 4 y medio transcurridos de este gobierno, y por precios internacionales favorables en 2021 y 2022.
El compromiso con la distribución del ingreso, en ausencia de precios internacionales en alza y la presencia de la inestabilidad del comercio mundial, dará lugar a una tensión de intereses que deberá resolverse por otros canales de defensa de la competitividad de la producción nacional, a la par que se implementan los concejos de salarios y los ajustes en las pasividades. Si es que se mantiene instrumentalmente la política antiinflacionaria.
LA INFLACIÓN HOY
Efectivamente, la inflación se ha reducido. A octubre de 2024 asciende a 5% anual si comparamos promedios anuales como interanual (con el índice de octubre 2023). Tengamos en cuenta que en el primer semestre de 2023 la inflación promediaba 9%. Sin embargo, el quinquenio 2020-2024 acumularía una variación de precios total de 30%, no tan diferente a la acumulada en el quinquenio anterior (35%). Así como en el caso de los salarios, que por un aporte marginal en 50 años se publicitó haber alcanzado el índice de salarios más alto en cinco décadas. Que no es mentira, pero tampoco toda la verdad.
El resultado del quinquenio 2020-2024 obedece fundamentalmente a la variación en los precios de los alimentos, medicamentos y servicios médicos mutuales, supergas, combustibles y suministro de agua. Dichos aumentos fueron parcialmente mitigados por menores variaciones en Vestimenta y Calzado (importaciones con dólar barato), servicios de comunicación y telefonía, alquileres y electricidad.
El resultado del quinquenio 2015-2019 obedeció principalmente a la variación de precios en tabaco y bebidas alcohólicas, servicios de enseñanza, medicamentos, suministro de agua, carne vacuno, servicios de comida y alojamiento, y mobiliario y artículos para el hogar. Los menores aumentos de precios se dieron en vestimenta y calzado, servicios de comunicaciones, gasoil y lubricantes, electricidad.
En lo que hace a variaciones de bienes y servicios particulares, en estos últimos 5 años el precio de los alimentos ha constituído una constante en la explicación de la inflación así como los combustibles. El precio de los medicamentos y el suministro de agua se mantuvieron como variables explicativas de la inflación, ya que también se ubicaron al frente de los aumentos en el quinquenio anterior. Sin duda elementos a considerar para la política económica específica del próximo gobierno.
(*) EconomiaPolitica.uy es un Programa de asesoramiento, investigación y formación en Economía Política.
(**) Héctor Tajam es Economista, Director del Programa EconomiaPolitica.uy y Columnista de Mate Amargo. Fue Diputado (2005/10) y Senador (2010/15) por el MPP – Frente Amplio. Miembro del Capítulo uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (RedH)
(***) Prof. Adán Iglesias Toledo, Director del Medio humorístico DEDETE del Periódico Juventud Rebelde, miembro de la UNEAC. Colabora con varios medios de prensa en su país y en el extranjero.