Retos de América Latina en el 2025

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Por José Ernesto Novaez Guerrero (*)

Dibujo Prof. Adán Iglesias Toledo (**)

América Latina es un escenario político en constante evolución. Las inmensas riquezas naturales, su pluralidad poblacional y cultural, sumado a las contradicciones internas y los diversos actores geopolíticos que confluyen en la región, hacen del continente un espacio central en la disputa hegemónica en curso en el mundo contemporáneo.

Quizás uno de los aspectos más importantes y que definirá la evolución de múltiples procesos en el área, sea el retorno de la administración Trump al gobierno de los Estados Unidos, esta vez con un nacionalismo mucho más agresivo y un enfoque más centrado en la presión y la obtención de beneficios materiales en el corto plazo para el capital norteamericano.

Desde el punto de vista económico, Trump pretende recuperar la preeminencia norteamericana en el área, desplazando a China, principal obsesión del magnate republicano y cuyo peso en la economía y el comercio regional no ha parado de crecer en las últimas décadas, al punto de que es hoy el primer socio comercial de buena parte de los países de la región, incluyendo economías tan importantes como la de Brasil. Para ello desde su administración se impulsa una agresiva agenda, que va desde presiones y chantajes en torno al Canal de Panamá y amenazas de sanciones a países como México, hasta una activa proyección para hacerse con las inmensas reservas de litio del Cono Sur del continente.

Trump y sus acólitos también impulsan lo que han denominado como una “batalla cultural” contra las ideas de la izquierda en la región. Esto no solo va de presionar a gobiernos progresistas de diverso signo, sino también de favorecer y promover el ascenso de actores de ultraderecha, sobre todo aquellos con una clara afinidad al gobierno norteamericano. Esto no solo se concreta en los vínculos con personajes como Milei y Bukele, sino también con la estrecha cercanía a la familia Bolsonaro, en Brasil y el apoyo a la derecha uribista, en Colombia, además de otros caciques regionales.

Para los proyectos de resistencia activa contra el imperialismo norteamericano en la región, como Cuba y Venezuela, se presentan un grupo de retos que deberán sortear. Aunque la intención inicial con Venezuela pareció ser de acercamiento, ya se ha anunciado la prórroga por un año más del decreto presidencial de la era Obama que calificaba al país como una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad norteamericana, con lo cual quedan abiertas las puertas para un amplio espectro de medidas en contra del país.

Contra Cuba, la política parece ser de máxima presión. Mantener el Bloqueo con todas las medidas añadidas en el anterior mandato del republicano, sumar algunas, recrudecer la persecución financiera y acentuar la crisis de la isla, al tiempo que se financia una contrarrevolución interna que pueda aprovechar la emergencia de un nuevo escenario de protesta social, producto del deterioro de las condiciones materiales de vida.

Otro aspecto fundamental para el futuro inmediato de la región, es el signo de los gobiernos que deriven de los comicios electorales más cercanos en el tiempo, sobre todo por lo que representará en el sentido de la reemergencia de un nuevo bloque de gobiernos de izquierda que articulen posiciones comunes contra Estados Unidos y fortalezcan mecanismos de integración regional, como la CELAC, el MERCOSUR o el ALBA o, por el contrario, se articule un frente neoliberal autoritario, subordinado a los intereses del capital norteamericano.

En ese sentido son críticos los comicios en Ecuador, cuya primera vuelta no deja un claro ganador, pero sí hace temer que se repitan escenarios pasados, donde la izquierda correísta, luego de unos resultados alentadores en primera vuelta, es finalmente derrotada. En este caso, el candidato de la oligarquía ecuatoriana, Daniel Novoa, viene de una desastrosa gestión, donde no solo no ha resuelto ninguno de los problemas heredados de Moreno y Lazo, sino que además se han profundizado crisis sociales como la violencia, el narcotráfico, la crisis de la infraestructura pública, particularmente la de generación y un aumento general de la pobreza y la desigualdad.

En el caso de Bolivia, la izquierda llega profundamente fragmentada por una pugna interna entre el expresidente Evo Morales y el actual mandatario Luis Arce. La crisis ha estremecido al MAS y ha sembrado confusión en las bases, agravada por la escalada en las declaraciones y ataques entre sí de las dos principales figuras políticas. Adicionalmente la economía boliviana parece enfrentar un escenario de desaceleración, con aumento en el coste de un grupo de productos básicos, lo cual impacta en los ingresos de una parte significativa de la población.

En Chile, la derecha parece tener fuertes posibilidades de volver al poder, sobre todo después del tibio y contradictorio mandato de Boric, que canalizó las esperanzas de cambio emanadas de las protestas de 2019 y fue incapaz de articularlas en ninguna ganancia social duradera. Además su gobierno ha sido cómplice del lawfare en proceso contra el exalcalde y excandidato presidencial comunista Daniel Jadue, en lo que parece ser una clara movida para dejar esta opción de la izquierda más radical fuera del escenario electoral cercano.

En Argentina se vive uno de los experimentos más tristes y ridículos de la historia política de nuestro sufrido continente. El autodenominado “primer presidente liberal-libertario” ha empobrecido a la nación a un ritmo sorprendente, destruido los ahorros y los ingresos de millones de argentinas y argentinos y, para colmo, está involucrado en un escándalo de estafa relacionado con una memecoin, denominada $Libra, donde se estima que unos 40 mil de sus seguidores perdieron más de 100 millones de dólares en apenas horas.

Uruguay protagonizó un histórico retorno de la izquierda, lo cual abre numerosas posibilidades para el fortalecimiento de las posiciones progresistas en Sudamérica. El país, sin embargo, deberá lidiar con las contradicciones de un escenario económico y político regional sumamente tenso.

En su reciente gira por América Latina, el flamante Secretario de Estado Marcos Rubio priorizó la visita a países que Washington considera están, claramente, en su esfera de influencia. Es el caso de República Dominicana, Panamá, Costa Rica y el Salvador. En general la gira dejó más notas curiosas que resultados concretos, destacando sobre todo la declaración del Departamento de Estado sobre la exención del pago de tarifas por parte de los barcos norteamericanos en el Canal de Panamá, que el presidente panameño, casi con dolor, tuvo que salir a contradecir y la curiosa propuesta de Bukele respecto a la exportación de prisioneros norteamericanos a su megacárcel, pagando una tarifa al gobierno salvadoreño.

Aunque Trump parece estar por el momento más centrado en resolver la guerra en Ucrania en una forma ventajosa para Estados Unidos, esta visita de Marcos Rubio apenas asumir el cargo pudiera indicar una voluntad en su administración de incidir más de cerca en los asuntos latinoamericanos en un futuro cercano, algo que además está en línea con los objetivos y prioridades declarados por altos cargos del Comando Sur norteamericano en el pasado reciente. Aunque haya cambiado la administración, muchas de las líneas políticas imperialistas permanecen invariables. Es el caso de la vieja premisa política del monroísmo, resucitada en la práctica y el discurso del poder estadounidense.

En este escenario, la única apuesta segura para América Latina será la construcción de un frente político cada vez más cohesionado, mediante el fortalecimiento de los mecanismos de integración regionales, particularmente la CELAC. Así mismo, no puede subestimarse el peligro que representa la ultraderecha, con el ascenso de proyectos políticos autoritarios y tendientes a desmontar el estado en sus funciones sociales mientras mantienen intactas y fortalecen las represivas. En un momento en que el imperialismo norteamericano asume una postura de agresivo nacionalismo imperialista, la educación antiimperialista de nuestros pueblos, la conciencia patriótica de los líderes políticos y sociales y la vocación latinoamericanista de los militantes serán las más efectivas defensas ante el saqueo y la devastación del capital.

(*) José Ernesto Novaes Guerrero, Escritor y periodista cubano. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Coordinador del capítulo cubano de la REDH. Colabora con varios medios de su país y el extranjero.

(**) Profesor Adán Iglesias Toledo, Dibujante Gráfico Cubano, Caricaturista Editorial y Director del Medio humorístico DEDETE del Periódico Juventud Rebelde, miembro de la UNEAC, la UPEC y la REDH (Capitulo Cuba). Colabora con varios medios de prensa en su país y en el extranjero. Autor de varios logotipos, y campañas publicitarias, posee en su haber múltiples exposiciones individuales y colectivas, talleres e intervenciones nacionales e internacionales y ha sido premiado por más de 40 veces en su país y otros países.

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