Por EconomiaPolitica.uy (*)
Gabriela Cultelli (**)
Dibujo Prof. Adán Iglesias Toledo (**)
Frecuentemente escuchamos que la mujer se integra al trabajo y no nos convence. Parece que así también se esconde o invisibilizan sucesos. En este caso relaciones esenciales que hacen al sistema económico y por tanto social que habitamos o nos habita. Son relaciones de explotación, que como tal son muy violentas y engendran de por sí violencia de género, expresada en todas las esferas sociales (intrafamiliar, desde otros colectivos o individuos, social).
Despejemos sin más rodeos y muy sintéticamente qué entendemos por trabajo y por salario como categorías económicas, para luego echar un vistazo a cómo se desarrolló en Uruguay el proceso de mercantilización de la fuerza de trabajo de las mujeres. A ello apuntará el artículo de hoy.
¿Qué es Trabajo como categoría económica?
Desde la economía política, afiliamos a las escuelas que definen TRABAJO como aquella actividad humana (por tanto, consciente, pensada) encaminada a un fin determinado, a la creación de bienes materiales e inmateriales concretos, útiles. Lo expuesto se afirma, aunque su utilidad emane de razones económicas y por tanto sociales. Dicho de otra manera, EN UNA SOCIEDAD MERCANTIL puede el trabajo definirse como aquella actividad humana encaminada a crear valores. La capacidad de trabajar es lo que se llamó fuerza de trabajo.
El problema estaría en que al menos directamente el trabajo en el hogar, cuando no es cubierto por el llamado “servicio doméstico”, no parece tener valor. El problema estriba en que esa aplicación de fuerza de trabajo, ese gasto de energías mentales y físicas no se da en un proceso mercantil DIRECTO. Dicho de otra manera, pareciera que el trabajo del hogar no fuese mercancía, al menos en apariencia. O sea, las mujeres no salen al mercado a vender su capacidad para trabajar en su propia casa (puede ser en la casa de otros si fueran trabajadoras domésticas, pero en ningún caso en la propia). Da la impresión que no se mercantiliza directamente esa tarea para reproducirse a sí mismas y reproducir a toda su familia en condición de trabajadora/es.
Este hecho complejiza mucho más esta forma de explotación del trabajo ajeno. Es que, en una sociedad mercantil, lo que no se mercantiliza directamente, pareciera no existir, se invisibiliza aumentando con creces los grados de explotación. Con esta categoría económica “trabajo invisible”, la argentina Isabel Largìa escribiendo en la Cuba revolucionaria de 1969, hacían uno de los aportes más trascendentales a la ciencia económica del siglo XX.
Sobre la utilidad de la fuerza de trabajo de las mujeres aplicada en sus hogares, no hay duda alguna, aunque no se quiera ver, aunque corresponda desde niñas estas labores a las mujeres y prácticamente solo se dejen con la muerte. Alimentarse requiere de trabajos, pues el arroz no solo hay que comprarlo o cultivarlo para comerlo, sino además hay que cocinarlo y servirlo. El vestirse, la limpieza necesaria a la subsistencia humana y muchas otras labores, culminan configurando una especie de fábrica en las casas, cuyo rol de echarla a andar por razones históricas corresponde sustancialmente a las mujeres. Si a ello sumamos el rol educativo, afectivo que juegan las mujeres en el colectivo hogar tendremos una aproximación la importancia que tienen como reproductoras sociales de fuerza de trabajo.
En Uruguay, el solo el 11.6% de las mujeres se dedican exclusivamente a labores domésticas según datos de CEPAL para el 2023. Para el caso América Latina 27.6% para el 2023. En Uruguay, el 46% de la fuerza de trabajo mercantilizada es mujer (INE).
Pero aun cuando las mujeres masivamente venden en el mercado su fuerza de trabajo, a ello suman 35 horas semanales mensuales de su tiempo de trabajo dedicado a labores no remuneradas directamente, mientras que los hombres dedican 21hssegún datos CEPAL, concluyendo en jornadas laborales de 14, 16 o más horas diarias en total. Al mismo tiempo este sector de la población es más castigado por el llamado desempleo, con brecha descendente en los últimos años, pero que aún se sitúa en un 27% más que los hombres según datos del INE.
¿Qué es Salario como categoría económica?
El SALARIO es la forma en que se expresa el valor o precio de la fuerza de trabajo, por tanto, es el precio de esa capacidad que tienen hombres y mujeres de gastar energía física y mental en un determinado proceso de producción.
El salario será entonces el equivalente a la multiplicidad de valores que intervienen en la reproducción de esa fuerza de trabajo. Indirectamente en él está contenido todo el trabajo pasado necesario para dar vida a ese o esa trabajador o trabajadora. No es una simple suma de valores o precios de bienes materiales, pues es el equivalente de todos los medios de vida que la familia trabajadora requiere para su reproducción.
Es así como la relación salarial implica una suerte de doble explotación para las mujeres, constituyéndose en una relación de dominio y violencia, de poco reconocimiento social.
Entiéndase que, si el salario es el equivalente al valor de reproducción de la fuerza de trabajo, entonces por una sola jornada de trabajo se está pagando por lo que se trabaja en dos, porque la jornada de labores hogareñas es de trabajo. Muchas veces recibe salario por esa jornada de trabajo, solo los integrantes varones del hogar, otras es el varón quien por esa primera jornada recibe una remuneración mayor. De hecho, todo esto refuerza la estructura patriarcal sobre la cual descansa esta mayor explotación, porque por la segunda jornada y su desgaste nadie habla. Relación desequilibrada, entre ambos sexos, aunque hoy muestre tendencia a mejorar por la propia incorporación mayor de la mujer al trabajo, pero sin duda porque también avanza el auto reconocernos como personas.
Recordemos, además, al mismo tiempo, ese salario conseguido en una parte de la jornada de trabajo suele diferenciarse por sexo. De acuerdo a lo publicado por MIDES, y en términos generales en Uruguay las mujeres tienen ingresos por hora de trabajo casi un 6% menor a los hombres.
Mujer y Organización
Aquí preguntas más que respuestas, y una necesidad urgente de transformación. Es que, si concebimos a la masa trabajadora como aquella fuerza más dinamizadora de las transformaciones sociales, en tanto que componente revolucionario de la contradicción capital – trabajo, tendremos entonces que admitir sus cambios. Uno de los cambios estructurales más importantes acaecidos en su seno en las últimas décadas es precisamente el que tratamos aquí, o sea que casi la mitad de la clase trabajadora hoy son mujeres.
Si en tiempos en que el MLN-T se levantaba en armas, las mujeres éramos el 26% de la Fuerza de trabajo mercantilizada o vinculada directamente al mercado de trabajo y según el censo de 1963, hoy y como decíamos antes, el 46% somos mujeres. ¡Vaya si hay un cambio!, mujeres además con sus roles y conductas sociales derivados de largos procesos históricos, pero en definitiva diferentes.
¿Están preparadas las organizaciones sociales (en Uruguay fundamentalmente sindicatos) para albergarlas? Y más aún ¿Están preparadas las organizaciones político partidarias que se respaldan en la participación popular para esta nueva característica de la masa obrera? Los cambios son urgentes, y ya han comenzado a darse, y de manera rápida en términos de tiempos históricos.
No por gusto el fascismo que hoy toma nuevos brios renaciendo por unas y otras partes del mundo nos toma como enemigas declaradas. No por gusto este 8M en Uruguay, y de forma similar en otras partes, la consigna fue “Frente al avance Fascista, Lucha Feminista”
(*) EconomiaPolitica.uy es un Programa de asesoramiento, investigación y formación en Economía Politica, dirigido por el Mag. Hector Tajam.
(**) Gabriela Cultelli, Licenciada en Economía Política (Universidad de La Habana), Mag. en Historia Económica (UdelaR), escritora, columnista y co- Directora de Mate Amargo. Coordinadora del Capitulo uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (REDH)
(***) Profesor Adán Iglesias Toledo, Dibujante Gráfico Cubano, Caricaturista Editorial y Director del Medio humorístico DEDETE del Periódico Juventud Rebelde, miembro de la UNEAC, la UPEC y la REDH (Capitulo Cuba). Colabora con varios medios de prensa en su país y en el extranjero. Autor de varios logotipos, y campañas publicitarias, posee en su haber múltiples exposiciones individuales y colectivas, talleres e intervenciones nacionales e internacionales y ha sido premiado por más de 40 veces en su país y otros países.