Por Andrés Correa (*)
En el corazón de Buenos Aires, suenan el tango, el rap y el trap se mezclan con el murmullo de las protestas, el café y el vino de los bares de siempre, un viento fuerte sopla desde la Casa Rosada y cubre el país. Es el viento del liberalismo radical, de la mano de Javier Milei, el economista mediático devenido en presidente, que intenta sacudir los cimientos del Estado tal como lo conocemos.
Su gobierno, una mezcla de fanatismo ideológico y pragmatismo disruptivo, ha comenzado con una serie de medidas que han encendido tanto esperanzas como alarmas en el tejido social argentino.
Milei, con su melena desenfrenada y su retórica incendiaria y amenazante, llegó al poder con una promesa clara: achicar el Estado hasta asfixiarlo. Su discurso, cargado de metáforas bíblicas y citas de economistas de la escuela austriaca, resuena en un país cansado de la inflación crónica y la corrupción endémica. Pero más allá de las palabras, sus acciones han sido contundentes: un decreto de necesidad y urgencia (DNU) que desregula la economía, elimina subsidios y flexibiliza el mercado laboral. Una jugada audaz, que algunos celebran como el inicio de una nueva era y otros denuncian como un ataque frontal a los derechos conquistados.
La apertura de las sesiones ordinarias del Congreso argentino, ante un recinto semivacío por la ausencia de legisladores hastiados de escuchar fabulaciones y recibir insultos; además que desde el primer día de su gobierno y cada día le dió la espalda al parlamento.
Aquí repasamos algunas situaciones de las últimas semanas:
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La designación por decreto de dos jueces en la Corte Suprema de Justicia, uno de los cuales aún no ha sido aceptado por el tribunal;
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el decreto que habilitaría más deuda externa tras un nuevo acuerdo con el FMI,
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el pedido de renuncia al gobernador de la Provincia de Buenos Aires para que los hermanos Milei se hagan cargo de facto de la seguridad,
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las derivaciones del lanzamiento de la estafa Libra, con el sello de calidad del gobierno nacional, que según la revista Forbes es el mayor cripto-robo de la historia, marcan la transición de una crisis política a otra institucional, donde se pone en juego algo más que la suerte de una administración. Según Forbes, que cita a una firma de análisis de blockchain, unos pocos afortunados se embolsaron 180 millones de dólares.
Ante la limitada asamblea legislativa, con censura a reporteros gráficos y limitando el accionar del periodismo anunció la posible salida del Mercosur y enumeró un catálogo de reformas de inocultable pulsión punitivista, incluyendo el aumento de penas para todos los delitos del Código Penal. Con regocijo lo repitió de modo enfático: todas.
Anunció un decreto violando la legislación argentina ya que debería pasar por el Congreso ya que es un acuerdo con el FMI las exigencias del Fondo contradicen la política oficial. Sin embargo la lectura de los fundamentos de la necesidad del mismo muestra la crisis brutal que vive el país
“Que es imperioso, para el orden público económico, cancelar de manera urgente una parte sustancial de la deuda que mantiene el ESTADO NACIONAL con el BANCO CENTRAL DE LA REPÚBLICA ARGENTINA a fin de mejorar la posición financiera y liquidez de sus reservas internacionales.”
La posibilidad de una devaluación por los faltantes de dólares en el Banco Central es una realidad y la posibilidad de un nuevo galope inflacionario es el gran temor del gobierno. Ya que es casi lo único que la administración libertaria puede mostrar como objetivo logrado.
En la Asamblea Legislativa con una referencia irónica mostró su nerviosismo por las repercusiones del caso $Libra.
En las calles, el pulso de la gente se siente dividido.
Desde el primer día, incluso en campaña, Milei inventó números, índices de una situación calamitosa sobre el país que no coincidía con la realidad pero nadie supo o pudo refutarlo de manera categórica.
En Argentina según el gobierno la inflación baja pero en las góndolas de los almacenes y supermercados los precios suben.
Los pequeños comerciantes, aquellos que sobreviven al día a día entre facturas y pagarés, miran con esperanza la posibilidad de un país sin trabas burocráticas que hasta ahora sólo se da en los que más tienen, ellos sí se ven beneficiados por algunas medidas presidenciales. Pero en los barrios humildes, donde el Estado siempre fue un salvavidas precario, el miedo a la desprotección se extiende como un reguero de pólvora. Las ollas populares, símbolo de resistencia en tiempos de crisis, se multiplican. El hastío social también.
Las y los jubilados son reprimidos cada miércoles en sus marchas con la particularidad que ahora son las hinchadas de fútbol las que se convocan como seguridad de nuestro viejos.
La semana anterior la represión fue brutal con un reportero gráfico gravemente herido que sigue internado peleando por su vida.
Las justificaciones gubernamentales marcan el inicio del Régimen que deciden instaurar el trío conformado por los hermanos Milei y Santiago Caputo. Poniendo fin al estado de derecho tal como lo conocimos en Argentina. El plan de ajuste prometido al FMI es con violencia y miedo.
Cada vez son más personas las que en las principales estaciones de trenes Retiro, Constitución u Once saltan los molinetes para evitar pagar el boleto.
Los paros o manifestaciones en establecimientos privados o en instituciones estatales de toda la República Argentina se multiplican, no salen por la TV, ni en los diarios, la violencia y las detenciones por parte de la policía a quienes participan también va en aumento.
Milei, por su parte, no parece dispuesto a ceder. Con un estilo que combina la solemnidad de un predicador y la contundencia de un CEO, ha declarado que su gobierno no será «para los tibios». Sus aliados lo comparan con un cirujano que opera sin anestesia para salvar al paciente; sus detractores, con un monstruo que arrasa sin miramientos.
El tiempo dirá si su apuesta por el liberalismo extremo logra mantenerlo en el gobierno por varios años. Sin embargo, el plan extractivista, rentístico, guiado por el capital financiero y el transcurrir del tiempo pone en duda que es lo que quedará del país que conocimos hasta acá como Argentina.
Por ahora, lo cierto es que la presidencia de Milei ha puesto en marcha un gobierno que no deja a nadie indiferente. En los clubes, en las oficinas y fábricas, en las universidades, el debate está abierto.
Como se dijo entonces, la historia se escribe en las calles, entre la gente, mientras el poder juega sus cartas en el tablero de la realidad.
(*) Andrés Correa, Periodista argentino-uruguayo, director y conductor principal del Programa Radial «De Fogón en Fogón», corresponsal de Mate Amargo en Buenos Aires