Por Lucía Sigales(*)
Pensar, antes de compartir algo en las redes, se vuelve algo difícil. Es la necesidad de la primicia, enojo y frustración, felicidad o decepción, deben mostrarse y quedarse, de hecho se quedan en la gran nube, en el Big Data. Todos lo pueden ver si el perfil es público, si el perfil es privado solo nuestros “amigos” y seguidores lo verán. El gran panóptico de Foucault que para él eran las instituciones como las cárceles, escuelas, fábricas y hospitales, hoy sería la Red que cumpliendo el papel de guardián puede observar a todos sin ser visto por ellos. Decía que “estos reclusos no saben cuándo son vigilados, lo que aumenta la sensación de que son observados constantemente”.
Los nerds de la ingeniería de sistemas hoy son los billonarios del mundo y forman parte de las decisiones políticas de las potencias. Además la cuestión no solo termina en las populares redes sociales, que todos ya conocemos, sino que existe un ejemplo impactante como la plataforma con sede en Nueva York para las finanzas, denominada BlackRock que es la administración de “activos” más grande del mundo con 9,4 billones de dólares (2023) y representa aproximadamente el 7,7% del PIB mundial. Si será notoria esta “sociedad de inversión” que es administradora también de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Muchos números por la vuelta tras leer lo que son estos “fondos de inversiones” y ni que hablar de las innumerables fusiones y cambios de firma que ha tenido desde que se fundó en el año 1988.
No tengo ganas de hablar sobre tantos números y además seguramente podría aburrir al lector, sin embargo se siente tan pero tan legítimo este aburrimiento porque de que sea así se han encargado sus propios operadores: si aburre casi no se cuestiona, porque además de no entretener hacen que las cuestiones de finanzas sean entendibles solo para algunos, deliberadamente a propósito, quienes después se arrogan el derecho de ser los únicos capaces de poder hablar de ese tema formando una especie de “verdad universal” e incuestionable.
Son tan retorcidos ellos como sus comunicadores, los propios economistas y políticos que los apoyan, que crean un lenguaje retórico lleno de eufemismos para justamente aburrir o que algún coaching o yuppie se trague todo esto y lo quiera “enseñar” en alguna universidad o en algún foro de ThinK Tank de los que están de moda ya hace algunos años. Son como un circo con escenario, con pantallas gigantes y lleno de espectadores que piensan que si hacen lo que los yuppies dicen, podrán ser ricos y exitosos como los de BlackRock o Elon Musk. Todo este circo de las finanzas tiene muy bien pago a sus oradores, por supuesto, y a todo el sistema, además de pretender ser influencers en cómo ser existosos, buenos vendedores y entre medio pasarte recetas para ser más fit, como tomar bebidas verdes detox antes de salir a correr previo a ir a trabajar, llueve o truene. No voy a culpar a todos estos operadores, seguramente entre ellos un 80% crea en “cómo ser millonario?” sea con esas recetas y necesiten compartir sus logros y operaciones, pero entre líneas manifiestan todo el tiempo que “los pobres son pobres porque quieren” y que “tu felicidad solo depende de vos”. De paso, invitan a la gente y empresas a invertir en estos fondos, que son hijos de otros fondos, que a su vez son hijos de BlackRock. Se me viene a la cabeza algo que sucedió acá en el paisito y aun continúan en litigio sus inversionistas: Conexión y República Ganadera, que a través de apellidos rimbombantes, sedujeron a más de 300 personas para invitarlos a invertir en un “negocio ganadero” con una promesa de interés anual que era imposible de creer, pero la gente cayó. Estos empresarios son oligarcas, se quisieron hacer los BlackRock`s y les salió mal, a propósito, atrajeron a la gente con sus promesas-mentiras.
En fin, las redes sociales, ChatGPT, buscadores como Google, Instagram, Facebook, Twitter, etc están volviéndose un problema, para comunicarnos, para informarnos, para parecer que tenemos un millón de amigos y a la vez sentirnos más aislados que nunca. Educadores, psicólogos y familias se preocupan por cómo se desarrollarán niños y adolescentes con todo esto. Así mismo, cuando nos ponemos a pensar que desde los ochenta tenemos instalada una plataforma BlackRock que vió venir esta movida, la financió mulltiplicando de diversas formas sus activos y concentrándolos cada vez más y bajo el apoyo de la Reserva Federal, somos testigos de que no hay límite para el afane desmesurado pintado como legítimo de estos cuervos negros vestidos de traje, gente de bien.
Estas plataformas que nos vigilan y se adueñan de los territorios virtuales y materiales del mundo, crean otra contradicción en el accionar político de nuestros países de la periferia: tenemos gente que se pelea con otra gente por los planes para pobres, un Estado que siempre duda en invertir en educación pública, en obras que generen más trabajo, en ciencia, en proyectos de colonización en la ruralidad, en salud pública en todas sus especializaciones, en la descentralización y en abaratar los costos de vida. Las políticas actuales permiten llenar lo poco que queda de nuestras industrias nacionales con plata extranjera, ahora también se meten con nuestro Acuífero Guaraní porque se necesitan millones de litros de agua para producir hidrógeno verde con una demanda concentrada en las refinerías, producción de amoníaco para fertilizantes y en forma indirecta, para la producción de metanol, acero y otros. La producción de hidrógeno verde en Uruguay bajo el denominado Proyecto Kairos (forma parte de las empresas Ventus, Fraylog y Hiundai-Fidocar, planificado para 2026 y que se ubicará en Fray Bentos) sumado a las importantes exoneraciones fiscales. Como si haber llenado de eucaliptus nuestras extensas praderas para luego secar nuestros suelos no les hubiese alcanzado. ¿Hemos consultado alguna vez a la población de Fray Bentos cuál fue el impacto real de las papeleras? Porque siempre con los espejitos de colores de los puestos de trabajo. Sabemos que con las plantas de celulosa los mejores puestos de trabajo fueron para los extranjeros, sabemos del aumento del costo de vida que implicó esa movida para sus pobladores, trabajaran o no en la planta, sabemos de las deudas de aquellos trabajadores de la planta a quienes se les terminó el trabajo y sabemos también del aumento de la prostitución. ¿Cuánto nos cuestan las “inversiones” extranjeras?
Vienen por nuestros recursos naturales, como lo han hecho siempre, pero bajo el escudo y resguardo de políticas y leyes que los habilitan, y bajo el escudo y resguardo de todo tipo de gobierno: conservadores, liberales y progresistas, que siguen justificando la pérdida de soberanía con el pretexto del “derrame”. Son la gran tormenta negra en nuestros cielos celestes tercermundistas, con un nuevo formato: el gran guardián de la Nube y esta falsa idea de un ecologismo “verde” bajo la excusa del progreso, hipotecando nuestra soberanía colectiva e individual. Las famosas TICs tan estudiadas en nuestras universidades cuando nos decían que estas mismas eran un pilar importantísimo para el desarrollo de nuestros países, aquí las tenemos. Porque, por supuesto, las ideas y sus ejecuciones por sí y ante sí, no son buenas o malas. Existen intereses, y los únicos intereses que parecen ser defendidos, por propios y ajenos, son los intereses del gran capital.
(*) Lucía Sigales es Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad de la República y Técnica en Gerencia Turística por la Universidad ORT