Por Carlos Pereira das Neves(*)
Empiezo a escribir este artículo ya con la última etapa de la Vuelta Ciclista en marcha, con la esperanza de que el competidor olimareño del Club Náutico Boca de Cufré: Anderson Maldonado, llegue al antiguo Hotel Casino Carrasco sin que le descuenten la ventaja que lleva en el tiempo general y pueda consagrarse como ganador de esta 80va edición de la Vuelta Ciclista del Uruguay.
Estamos hablando de uno de los certámenes más importantes de este deporte en el continente. Y una de las competiciones más populares en nuestro país, aunque -ya hablaremos más adelante- no cuente con el apoyo estatal que debería. Una competencia que a lo largo de los años ha contado con la presencia en el podio de equipos o selecciones de países como Argentina, Brasil, Colombia, Italia, Chile, Cuba, Rusia y Estados Unidos. Y otros países que sin haber conseguido ganar la competencia, han sido grandes animadores de la misma, por ejemplo en esta edición la presencia de la Selección Venezolana…que además vino a conocer el terreno y a conocer a sus rivales del próximo Panamericano de Ciclismo a desarrollarse en Punta del Este del 23 al 27 de abril, en las modalidades de contrarreloj individual y ruta para las categorías Junior, Sub-23 y Ëlite, tanto en las ramas masculina como femenina.
El ciclismo nunca fue el deporte que elegí practicar, por más que desde los 4 años y hasta hace no mucho tiempo supe disfrutar de la bici, tanto en su uso recreativo como para poder trasladarme a mi centro de estudio o a mi trabajo. Pero la Vuelta Ciclista es un evento que, de una manera u otra, siempre seguí. Desde muy chiquito, las veces que la competencia llegaba hasta Salto y el abuelo tenía la radio a todo volumen para ver cuándo teníamos que salir rajando de casa para alentar a los competidores en su arribo a nuestra ciudad. Y ahora, de adulto, vuelvo a conectar con la Vuelta, espero con ansias que llegue Turismo y poder tirarme al sol a comer mandarinas y escuchar el apasionante relato y los educativos comentarios.
No importa si me agarra de licencia o trabajando, me hago el tiempo para poder seguir el minuto a minuto, etapa a etapa, aprendiendo las virtudes de este deporte y -desde hace un tiempo- trazando paralelismos entre el accionar de los equipos o los individuos de cada equipo con el devenir de nuestras relaciones, de la sociedad. Y es ahí cuando resalto aún más la importancia de este deporte, y es ahí cuando entiendo porque es tan popular y a la vez tan falto de apoyo institucional, y es -también- ahí cuando siento lástima de que la única síntesis que las voces públicas puedan repetir a coro es “el malla oro esto”, “el malla oro lo otro”.
Tanto para hiper valorizar como para cuestionar al que sale primero, de lo único que se habla es del primero. Y si algo he aprendido, en estos años de seguir más de cerca la competencia, es que nadie llega primero solo, por más capaz que sea.
Ver el trabajo de los equipos según cómo se desarrolla la etapa, las etapas dentro de cada etapa, ver cómo analizan los resultados y se paran de cara al resto de la competencia que queda, afinando cada vez más su estrategia conforme se va llegando al final y ya se sabe cómo o entre quiénes se va a definir la competencia…es un claro ejemplo de que la suerte de un competidor depende del equipo, así como la suerte del equipo depende del competidor.
La etapa del sábado fue emocionante en varios aspectos, era la primera vez que un competidor nacional se ubicaba al frente de la general (dominada por venezolanos y brasileños) y lo hacía a falta de una etapa para el final de la competencia. Pero sin dudas que lo más emocionante fue ver a Agustín Alonso, ganador de la vuelta en 2022 y ganador de la contrarreloj en esta edición, acompañar la escapada de su compañero de equipo, Anderson Maldonado, para poder ayudarlo a cortar el viento hasta llegar a la meta. También se lo pudo ver al competidor brasileño Joao Pedro Rossi, en una de las últimas etapas en la que todavía tenía la malla dorada de líder de la clasificación general, aminorar su marcha para acompañar a un competidor de su equipo de la categoría sub-23, para que no se quedara por el camino.
A todos nos gusta ver las escapadas, nos da adrenalina, en algún punto nos identificamos con ellas porque nos da la sensación de que nosotros también estamos escapando, del esfuerzo y el trabajo constante, que nunca es suficiente. Pero hasta las escapadas tienen que trabajar en conjunto para poder mantenerse y, por supuesto, el pelotón tiene que trabajar a la par para poder alcanzarlos.
No es mi intención romantizar un deporte que también tiene su parte comercial y tiene competidores y equipos en mejores condiciones que otros, pero en la ruta siempre meten pata en colectivo, con propios y ajenos. Por eso la gente se arrima a los puntos de llegada, se arrima a las carreteras por donde van a pasar los competidores, y animan a todos por igual.
Ya finalizando estos sentires, retomo nuevamente la parte deportiva, Anderson Maldonado es el nuevo ganador de la Vuelta y suma un nuevo palmarés para su familia en este año, ya que su hermano Ignacio Maldonado ganó la competencia de Rutas de América. Y no puedo estar más que de acuerdo con las palabras del comentarista Nazario “Nacho” Pedreira, un hombre que sabe de colectivos por ser dirigente de AFUTU y que sabe de ciclismo por estar vinculado al deporte desde siempre, que estuvo en la transmisión de la competencia por Canal 5…Uruguay tiene grandes valores en este deporte para poder pelear lugares en el circuito regional y mundial, de hecho tenemos a Thomas Silva que corre por el Caja Rural, a Mauricio Moreira que corre por el Efapel Cycling y a Eric Fagúndez que corre por el Burgos Burpellet BH. Tenemos grandes velocistas que podrían hacer que la medalla de Milton Wynants, que por cierto se van a cumplir 25 años de nuestra última medalla olímpica, no sea una casualidad. Si se invirtiera en los hermosos velódromos que tenemos y también en los deportistas, así más no sea para ostentar alguna medalla en el escenario olímpico mundial, sabemos que cualquier buen resultado contagia el ánimo y la voluntad de la gente a practicar o seguir practicando un deporte, a practicar o seguir practicando cualquier tipo de expresión que no sea la simple y mera existencia.
Por lo menos este año tuvimos la transmisión televisada y es un gran acierto, que no compite para nada con la cobertura de radio ciclismo, sino que la complementa. Bienvenida la iniciativa, que sea la primera de muchas, que el país y su gente no mejora únicamente si mejora sus ingresos, sino también si mejoran sus oportunidades, sus horizontes, su diversidad deportiva y cultural, la capacidad de poder investigar, la posibilidad de vivir del arte. Todas esas otras dimensiones que no entran en ningún plan de gobierno, que por lo menos al progresismo se lo escucha hablar e intentar desviar recursos en tal sentido, pero que deberían animarse a muchísimo más, que no todo es producir y encima para que se la sigan llevando las empresas extranjeras y los grandes apellidos nacionales que con lo que nos explotan se compran millones de hectáreas en Paraguay.
Quizás porque todo esto no se esté dando, es que el ciclismo es uno de los deportes más populares del Uruguay. Con aportes privados si, pero sin barras, sin mafias, y sin aportes económicos de políticos…salvo cuando hay elecciones cerca.
(*) Carlos Pereira das Neves es escritor, columnista y co-Director de Mate Amargo. Coordinador del Colectivo Histórico “Las Chirusas” y miembro del Capítulo uruguayo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (RedH)