“Un Raúl que nunca apagó la turbina de las ideas y que por si fuera poco, se recostó en la nueva generación de Tupamaros, nacidos casi todos mientras él estaba en los húmedos aljibes.”

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Mate Amargo, continuando el homenaje a Raúl “Bebe” Sendic en el acto del 25 de abril pasado. Extracto del discurso del compañero Gabriel Otero.

Tomar la decisión de realizar este acto en la conmemoración del centenario del nacimiento de Raúl Sendic Antonaccio, tuvo (en mí) mucha cosa a tener en cuenta.

Por lo menos me tomé tiempo para convencerme que no estaba contradiciendo la misma figura de Raúl, ni generando paradoja alguna, al llevar adelante en esta casa, su evocación.

Llegué a la conclusión que la necesidad de este homenaje, lo trascendía al propio Raúl

¿Por qué necesitamos recordar su figura y su pensamiento?

Para usarlo como simiente de realidad, de la sociedad posible, de los sueños alcanzables y de las derrotas del día a día que debemos sobrellevar.

Recorrer su pensamiento y acción. Tratar de hallar la génesis del mismo, tan diferente para los estándares militantes e intelectuales de la época. Sobre todo para la propia izquierda partidista y ya con décadas de existencia en nuestro país.

Ese Raúl Sendic, el de sus jóvenes 30 años, que comienza a tomar decisiones, es el que hoy se llevará gran parte de este acto conmemorativo.

Siempre digo que me hubiera gustado conocer a aquel Raúl. Aquél que siendo procurador, sentenció que no precisaba más conocimiento que el que había alcanzado para poder defender a los trabajadores y desertó a la posibilidad de ser abogado.

Se despojó de la posibilidad de ser “Dotor”, para que su tiempo fuera dedicado a conocer el difícil contexto que en los años cincuenta, empezaba a asomar en nuestro país, fruto de las nuevas circunstancias, ya sin guerras y con un nuevo orden mundial.

Es así que siendo uno más, esa inquietud lo lleva a conocer y ser uno más en lucha y resistencia que emergió como respuesta a los recortes salariales que venían con la vuelta de tuerca de los poderosos, desde las multinacionales y los peores criollos.

Eligió el riñón del campesinado, donde llegó a alumbrarse con la llama de los fogones hechos por peones y peludos, mujeres y niños, de aquellos hermanos de Artigas.

Cuando nadie hablaba de los pueblos originarios, los descendientes de guaraníes, los negros, los mestizos, los que no entran en el cuento de haber llegado en barco a nuestra Suiza de América. Raúl fue a su encuentro, de manera instintiva y asertiva, dejando a un costado la posibilidad de ir hacia el mismo caldo de cultivo militante, donde se daba un crecimiento de la masa proletaria, en fábricas e industrias… Raúl desertó a ese camino.

Galeano decía y sostenía, que era el hermano más hermano de Artigas. Yo creo que hay una realidad tangible que los envuelve a ambos. Ambos comparten hasta hoy el velo de invisibilidad, impuesto por aquellos que han sido dueños del relato y las imprentas.

Ambos comparten lo de anti héroe y el cariño de un pueblo.

Quienes compartieron al prócer e incendiaron sus pertenencias rumbo al Éxodo, lo tomaron como hermano, como el hermano que era…un ejemplo a seguir. Compartieron lanza y fogón con un trato tácito, ¨naides es más que naides¨.

En el caso de Raúl, aún hay mucho querido viejo que afirma que militó a su lado por el sencillo motivo de estar a su lado…como un acuerdo superior, ético, moral, comprometido y desinteresado.

Sendic cruza (rumbo al Norte) el Río Negro, donde la injusticia tenía cara de niño pobre y enfermo, donde el patrón pagaba con papel de estraza y los latifundios eran la ley y los latifundistas eran los amos.

Los desprevenidos de siempre, pensarán otra vez la blableta del latifundio. A esos, sólo una aclaración: aún sigue existiendo en Uruguay, trabajo infantil, trabajo semi esclavo y por fuera de los derechos de los trabajadores.

Raúl desertó a la comodidad de la carrera política, no por desprecio sino por conciencia. No por sentirse superior o iluminado…como alguna vez se le acusó, sino por esa porfiada costumbre que lo acompañó toda su vida, de tener bocho propio y ser el chasis de sus acciones y pensamientos.

Raúl no salió a evangelizar, leyendo la lista de derechos de los trabajadores, derechos muy bien conquistados desde el campo popular. Raúl decidió salir a trabajar para poder tener el derecho de luchar con esos trabajadores.

Ese era el derecho que Raúl quería sentir, ese auténtico sentido del sudor del trabajador que además de estar lejos del conocimiento de sus derechos, convivía muy cerca del patrón.

Insisto. Ese Raúl que se forma ideológicamente deformando las formas de la política partidaria, es el que quiero hoy reivindicar. En su pienso, en su lucha, en el amor y compromiso que puso a la causa de que ¨los más infelices sean los más privilegiados¨.

Un hombre ávido por saber pero aún más por analizar, por decir cuando tenía que decir y callar cuando el silencio era la mejor opción. Dicen que aburrirse en alguna reunión larga y llegar a dormir alguna siesta en algún banco del fondo, era recurrente en él.

Entonces, cuando parecía que todo pasaba en Montevideo, que en las grandes fábricas textiles, frigoríficos y curtiembres se llenaba de obreros organizados y todo apuntaba que el evangelio político debía pasar por ahí, Raúl se fue.

Cuando todo hacía pensar que iba a ser abogado, Raúl se fue.

Cuando todo indicaba que sus condiciones lo llevaban a una banca en el parlamento, Raúl se fue.

Desertó a esa vida que venía en bandeja y se fue.

Pero en realidad, Raúl sí estaba llegando.

No es mi intención compararlo con nadie ni nada conocido hasta estos tiempos en términos revolucionarios… y vaya si han nacido luchadores sociales y revolucionarios. Su camino se distingue por sí solo. Austero, responsable, autoexigente, creativo ideológicamente, de los que leyeron y analizaron con bocho propio.

Nunca comandante. En todo caso, si tuvo algún galón, pudo haber sido la cantidad de plomo que recibió. Un galón de esquirlas.

Me contaron o leí por ahí, de un Raúl con gran sentido del humor en momentos tensos y decisiones complicadas.

Alguna vez mi querido viejo Julio, me contó algunas salidas de Raúl rompiendo silencios e incertidumbre.

Dicen que no era buen motociclista, imagino que para esa época sería una enorme dificultad, al decir de algún compañero: Raúl no entendía que andar en moto se podía, sin caerse.
Después del 85´, Raúl sale con planteos superiores, con la frente invicta y con el cálido mensaje revolucionario de unir al pueblo tendiendo puentes. Su primera responsabilidad sin dudas.

Habló hace 38 años de lo importante de un frente y de la necesidad de lo grande del mismo.

Sus cuarteles generales en el movimiento por la tierra.

Sus definiciones sobre la banca y la deuda externa.

Sus propuestas de política económica.

Su obsesión por el conocimiento y el desarrollo científico.

Un Raúl que nunca apagó la turbina de las ideas y que por si fuera poco, se recostó en la nueva generación de Tupamaros, nacidos casi todos mientras él estaba en los húmedos aljibes.

Un Raúl con tiempo para la poesía.

 

Somos creadores, ¡más que natura!

de nuestro ambiente

¡Nadie nos para! Vamos avante.

Somos la gente.

Mueren los hombres.

¿Todo termina?

No, ¡Espera! ¡Mira!

Son los relevos. Van adelante.

Llevan la vida. Es nuestra vida.

 ¡y va adelante!

Vamos los muertos,

¡vamos avante!

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